Sol Benítez (poeta uruguaya) - Biografía, libros y poemas
Sol Benítez - Poeta uruguaya
Eliana Soledad Benítez Alpuín:
Poeta autodidacta uruguaya, conocida bajo el seudónimo de Sol Benítez.
Nacida el 22 de febrero de 1981 en ciudad de Minas, Lavalleja; registrada, sin embargo, como nacida el 25 de febrero del mismo año, en el departamento de Canelones.
Hija de Myriam Alpuín García y Humberto Benítez Darriulat, Sol Benítez creció junto a su madre y padrastro en una casa de Ciudad de la Costa, luego de perder contacto con su padre biológico.
A los ocho años de edad halló la inspiración para componer sus primeros poemas, incursionando posteriormente en el reconocimiento de la narrativa y otros géneros literarios.
Se formó en los liceos Holos del Toy Toy, Francisco Antonio Maciel y nro. 34, de Solymar y Montevideo.
Realizó diversos cursos y seminarios y trabajó durante varios años en el área de la comunicación y la publicidad, y escribió más de quinientos artículos recopilatorios sobre temas diversos, que se encuentran disponibles hoy en diferentes sitios de la Web.
Perdió la visión en forma paulatina, a causa de un glaucoma bilateral congénito.
Actualmente es madre de dos hijos y reside en la ciudad de Montevideo, donde desarrolla su labor como escritora independiente y estudiante de lengua rusa.
Pese al gran interés que han despertado sus obras en el público lector (tanto en Uruguay como en países extranjeros), sus repentinas fobias y frecuentes crisis nerviosas la han obligado a llevar una vida de relativo aislamiento, compatible, a su vez, con el modo de ser reflexivo y sensible que la induce a escribir poesía, aunque también ha escrito algunos cuentos y lecturas, dirigidos principalmente al público infantil.
Obras publicadas
“Acuarela de letras”, obra infantil que incluye prosa y poesía (año 2021).
Algunos textos pertenecientes a su álbum de poesía “Leche y café -poemas de amor y de vida-” (formato digital), han sido oportunamente dados a conocer en los últimos años dentro de la Red.
La poesía de Sol Benítez según el periodista y poeta uruguayo Álvaro Márquez, en su reseña de la obra impresa “Rosas en el fuego”, Montevideo, Uruguay
¡¡Bienvenida, alegría…!!, pues Sol rayó la comarca de esta vida, trayendo consigo más que simples resplandores.
Con sus tibios y largos brazos color oro, convirtió a las aguas de Oxúm en un dulce y vivo "espejo", reflejando desde sí, en sublimados versos, el sentir, la miel del amor y los amantes.
Se hizo carne generosa, y en esta vida va “sangrando y renaciendo, desnuda en cada amanecer”; va “dibujando en las rocas infantiles garabatos”…, recorriendo los paisajes desérticos o habitados del amor.
Sol, desde la noche cómplice se hace vida. Y con sus "musas: blancas y morenas, tímidas y osadas, enamoradas", hace estallar en mil colores su pluma cual pinceles…
Bienvenida la alegría que regala la palabra sublimada, el "despertar de ese verso" anhelado por nosotros.
Los invito a introducirse en el universo poético entrañable de este libro, que tiene -parafraseando al poeta Víctor Jara-, “alas de palomita, es como el agua bendita, santigua glorias y penas”…
Cada texto contenido transmite la valiente nobleza del alma desnuda. Explica las razones de una bella y joven mujer con sensibilidad reveladora y talento superlativo.
Sus bienvenidos poemas, llegan en tiempos de revoluciones interiores compartidas, con el coraje, la decisión, y la mansa, deliciosa ternura de la milagrosa y bendita sirena Euá…
Por todo esto celebro a Sol, a la poetisa; abanderada del amor y del “abrazo”, con mi copa rebosante de buen vino… ¡¡Salud…!!
Namasté.
Álvaro Márquez (periodista).
Breve selección de poemas de Sol Benítez
Espejo
Amé en tu alma
mi propio reflejo.
Yo era Narciso
y tú eras mi espejo.
Soñé en tus aguas
absurdas delicias:
Junto a tu estela,
mis propias caricias.
Hoy en tus ojos
no he hallado el espejo.
Ya ni recuerdo
mi amado reflejo.
Un amanecer
Quisiera bañar mis pupilas con la luz de un amanecer, enseñar a los pájaros unas notas perdidas y algún verso muriendo antes de nacer.
Quisiera, con mis dedos, revolver la tierra fértil; perfumar mis cabellos con tiaras silvestres de ramas, fresas y corolas de octubre; arrastrar en el viento silbidos y gritos que retuerzan en un nudo mi garganta… Dibujar en las rocas infantiles garabatos; desgarrar mi silencio elevando a los cielos el más duro reproche… Gastar los minutos con furia salvaje, lanzar piedras y semillas en todas direcciones…
Y así, descalza en el fango, reír, llorar y correr, sin metas ni razones, hasta faltarme el aliento, hasta caer inconsciente, sangrando y renaciendo con mi carne y con mi alma, desnuda al amanecer.
Mi pecho es flor
Mi pecho es flor
que se deshace
y que renace
con el fulgor
de la caricia
doliente y pura,
que en su ternura,
me dio tu amor.
Escucho a ciegas
en el vacío,
desde tu río,
triste rumor…
Mas en los campos
asoma el viento,
secando lágrimas
con su aliento
y te recuerda
tras un murmullo,
que junto al tuyo,
mi pecho es flor.
Amarga flor
que se deshoja
y que retoña
de la ilusión;
corola roja
bajo el estío,
llorando gotas
de tu rocío…
Mi pecho es rosa
de tu dolor.
A veces
A veces soy el grito que, inocente,
se derrama en la sal de mis mejillas.
A veces soy un mar adolescente
gimiendo en tus orillas.
A veces soy la nieve de un invierno
que a una cumbre lejana se acostumbra.
A veces te dibujo en la penumbra
febril de mis recuerdos.
A veces soy dolor de viejas tumbas.
A veces soy infierno.
Tú
Tú, que me has amado desde mi carne, y has explorado los abismos de mi alma siempre a solas; tú, inevitable y dulce milagro que besó mi frente en la tormenta…, me has hallado amando… pero también muriendo.
Tú, que me has buscado entre la bruma desde tiempos infinitos -veinte años mis huesos, milenios pesando sobre mi pecho abierto-; tú, estás aún allí, a ciegas navegando este río de sal que bañó nuestras horas, nuestras almas…
Tú, eterno sueño mío, milagro que me despierta para el regreso a la vida, me has hallado muriendo… pero también amando:
Ámame después de la tormenta, en las cenizas y en los amaneceres que vendrán. Sálvame una vez más, amor, no me abandones…
Musas
Oigo musas que se acercan,
musas blancas y morenas,
que vienen cantando amores
y vienen cantando penas…
Musas tímidas y osadas,
vanidosas e inocentes,
corpulentas y delgadas,
caprichosas y valientes…
Unas de pálidos rizos,
vienen alzando pañuelos
de blancas nubes de otoño,
de ausencias y mil desvelos…
Otras de largos cabellos,
tan negros como la noche,
traen gemidos en el viento,
maldiciones y reproches…
Mis musas enamoradas
del amor y del olvido,
llevan ramos de azucenas
en sus pechos doloridos…
Mis musas desesperadas,
de sales y ardor nacidas,
llevan negros abanicos
y de gala van vestidas…
En sus labios mil cantares
de larga y ardiente queja,
conversan con mi silencio
cuanto mi verso refleja…
Como ángeles mis musas
me abrigan en luna llena
y en el alba me reclaman
como mil almas en pena…
Oigo el llamado y respondo;
despierto al verso dormido…
Sus voces como plegarias
rezan coplas en mi oído…
Año nuevo
Año nuevo sobre tu vieja sombra
que vuela del recuerdo hasta la luna…
Año nuevo surgiendo entre las bocas
de la bruma.
Año nuevo, más viejo que el de antes,
de cara al calendario se deshoja…
y despliega de nuevo su silencio
de alas rotas.
Año nuevo en el rápido misterio
de las cosas…
Leche y café
El café que tú preparas
llena de aromas la casa;
como un sueño
exquisito y lento,
tejido en el calor de nuestro techo;
como un sueño
de leche y espuma blanca.
Tú le llamas “alimento
de la tarde o la mañana”
y colocas
una hogaza de pan tierno
y un dulce junto a la taza.
Es para mí, sin embargo,
como una caricia nueva,
que se esconde
en el hueco candente de tu palma.
Es para mí como un sueño
delicado y breve,
como un sueño…
que en mi boca se queda
y a mi boca
se amarra.
A falta de algún platillo
sobre el mantel ya cansado,
un jarro de menta fresca
en infusión le acompaña.
Y es un elíxir de Dios
que se escurre
gota a gota
y en mi sangre
derrama
su tersura de agua.
Sin saber qué risa o lágrima
de su leche se impregna,
sin importar qué tan pobre
nuestra mesa se ofrezca,
el café que tú preparas
llena de aromas el alma…
Versos infantiles
Dibujasueños
Zapatitos de madera,
toscos y a medio pintar.
Saltan y repiquetean
cuando los quiero calzar.
Pañuelitos amarillos
que ha cosido mi mamá,
bolsita de cien perfumes
y flor de jacarandá.
Cucharita mezcladora,
destello de cascabel;
remolino de las horas;
pajarito de papel.
Acuarela pintaversos;
naranjita y ananá…
Caballito de los sueños,
que se pierde, que se va.
Mi castillo de arena
Mi castillo de arena
-blanco y gigante-,
bajo la luna llena…,
¡tan elegante!,
tal vez esté soñando,
con dulce pena,
que lo contempla al alba
una sirena.
Mi castillo de arena,
cuando me vaya,
se irá desmenuzando
sobre la playa.
Por la mañana, el cielo,
muy despejado,
encontrará el castillo
desdibujado.
Y un pescador alegre
pondrá las redes
sobre las ruinas tibias
de sus paredes.
Sol Benítez (poeta uruguaya). De las obras “Rosas en el fuego”, “Acuarela de letras” y su reciente álbum de poesía “Leche y café - Poemas de amor y de vida”.
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Temas de esta lectura:
Biografía, libros y poemas de Sol Benítez (autora uruguaya).
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